
El chavismo totalitario
Muchas cosas han cambiado entre Marisabel Rodríguez y Hugo Chávez. Están divorciados desde el año 2004 y tienen una disputa pública respecto a su hija de 10 años de edad.
Jorge Ramos
Colaborador de LA PRENSA GRÁFICA
Es posible que Marisabel Rodríguez conozca al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mejor que nadie. Ella fue su segunda esposa. Tuvo una hija con él, Rosinés. Y estuvo muy cerca de él cuando en 2002 hubo un intento de sacarlo del poder por la fuerza.
Hay quienes piensan que Chávez nunca cambió, que siempre fue el mismo y que ocultó muy bien sus tendencias socialistas y totalitarias. Otros, sin embargo, no vimos eso.
A mí me tocó conocer a un candidato que se presentó como moderado y como una alternativa a 40 años de corrupción y pobreza. Una especie de Chávez “light”.
Tras una entrevista en 1998, horas antes de ganar su primera elección como presidente, Chávez me dijo: “Yo no soy el diablo”. Y luego me aseguró que entregaría el poder en cinco años o menos, que no nacionalizaría ninguna empresa o medio de comunicación, que quería cooperar con todos los países del mundo (incluyendo Estados Unidos) y hasta me dijo que, según él, Cuba sí era una dictadura.
La teoría es que Chávez no era un aprendiz de dictador (Fidel Castro) escondido en el clóset, sino que se radicalizó muy poco después del intento de golpe de Estado en su contra.
Hablé de esto con Rodríguez.
“Inmediatamente después del golpe de Estado nosotros tuvimos la oportunidad de compartir un par de meses”, me dijo en una entrevista vía satélite. Y fue ahí cuando ella se dio cuenta de que Chávez había cambiado “radicalmente” para apoyar una política basada en el “revanchismo y la venganza”.
“¿Qué lo hizo cambiar?”, le pregunté.
“A veces las personas cuando llegan al poder no están totalmente maduras”, contestó, “y para sostenerse en el poder se vuelven totalitaristas, sobre todo con algunas personas a su alrededor que le endulzan la cabeza con la idea de perpetuarse en el poder”.
(Y como muestra del carácter totalitario de Chávez ahí están los más de 200 candidatos de oposición a los que se les prohibió participar —inhabilitados— en las elecciones del pasado 23 de noviembre y, después, los 26 decretos “revolucionarios” firmados por Chávez, los cuales anteriormente habían sido rechazados por la gente en el plebiscito del 2 de diciembre.)
Lo irónico de estas críticas es que Rodríguez posiblemente le salvó la vida a Chávez cuando este quedó fuera del poder durante 47 horas en una intentona golpista. Una alianza de civiles y militares obligó a Chávez a dejar el Palacio de Miraflores tras la muerte de 19 personas en una marcha antichavista el 11 de abril de 2002. Chávez fue detenido, primero en Fuerte Tiuna, luego en la base naval de Turiamo y, finalmente, en una instalación militar en la isla de la Orchila.
A mí me tocó estar en Caracas, como periodista, cubriendo ese súbito cambio de poder. Y por CNN escuché a Rodríguez negar que su esposo hubiera renunciado —como aseguraban sus rivales— y pedir por su vida. La televisión local no transmitió ni repitió ese mensaje. Pero la gente fue enterándose rápidamente, hubo enormes movilizaciones y casi dos días después Chávez fue restituido en la presidencia.
Chávez, quien no podía conseguir una visa para visitar Estados Unidos (debido a su intento de golpe militar contra el presidente Carlos Andrés Pérez), encontró una puerta abierta a su izquierda. Culpó al gobierno norteamericano de apoyar la subversión en su contra y buscó (y encontró) el apoyo del dictador cubano Fidel Castro. Y a Fidel no le importó que Chávez hubiera calificado anteriormente su régimen como una dictadura. Chávez era el heredero que tanto necesitaba.
Otra cosa también cambió. El precio del petróleo empezó a subir y Chávez, de pronto, se descubrió sentado ante un presupuesto billonario para financiar sus aires de grandeza y comprar su influencia en el mundo.
Además, junto con la ganancia de los petrodólares, Chávez se empezó a comparar con Jesús y con Bolívar. Y él, que tanto buscaba las luces de las cámaras y de la prensa, dejó de dar entrevistas a periodistas incómodos. ¿Para qué? Se dio cuenta de que podía hablar horas y horas en cadena nacional y en su programa “Aló Presidente” sin ser cuestionado.
Así nació el chavismo totalitario que hoy padecen Venezuela y América Latina.
Muchas cosas han cambiado entre Marisabel y Hugo. Ya están divorciados desde el año 2004 y tienen una disputa pública respecto a su hija de 10 años de edad. Según me dijo en la entrevista, ella sí quisiera que Chávez visitara a su hija.
Muchas cosas han cambiado entre Marisabel y Hugo. Ya están divorciados desde el año 2004 y tienen una disputa pública respecto a su hija de 10 años de edad. Según me dijo en la entrevista, ella sí quisiera que Chávez visitara a su hija.
“Solamente se le estipula que él debe venir a buscarla y traerla como es normal; lo que él pretende es que pueda mandar a cualquier persona (a recoger y regresar a la niña) y eso yo no lo puedo permitir.”
En esta disputa familiar hay, también, una cuestión de seguridad.
“El presidente en repetidas ocasiones ha dicho que él puede sufrir algún tipo de atentado”, agregó, “y una madre no quisiera que su hija estuviera cerca cuando ocurra algo como eso”.
Rodríguez ha lanzado su candidatura a la Alcaldía de Iribarren. Y no es extraño escucharla criticando al gobierno de él que era su esposo.
Rodríguez ha lanzado su candidatura a la Alcaldía de Iribarren. Y no es extraño escucharla criticando al gobierno de él que era su esposo.
“Estamos considerados como un país muy corrupto”, me dijo, y como una nación que no coopera con “el resto de las fuerzas del hemisferio para combatir, por ejemplo, las drogas”.
Y esas son las palabras de Marisabel Rodríguez que ayudó a salvar la presidencia —y la vida— de Hugo Chávez.
Y esas son las palabras de Marisabel Rodríguez que ayudó a salvar la presidencia —y la vida— de Hugo Chávez.